Con la puesta en marcha de la Estrategia se cumple el compromiso del Parlamento Europeo que exigía a los Estados que tuvieran un plan en este sentido en 2013. La Comisión Europea estima que en Europa se pierden unos 89 millones de toneladas de alimentos al año, es decir 179 kilos de alimentos por cada habitante. En términos globales, en la actualidad, entre el 30 y el 50 por ciento de los alimentos sanos y comestibles se convierten en residuos.
Esta estrategia contempla cinco grandes áreas de actuación que afectarán a las normas de las administraciones públicas, a las empresas y operadores de la cadena alimentaria y a la sociedad en general, ya que se van a desarrollar actuaciones que contribuyan a impulsar un cambio de actitudes y sistemas de trabajo y gestión que permitan limitar el desperdicio, así como reducir las presiones ambientales encaminadas a lograr la participación de todos los sectores de la sociedad.
Para el ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, los alimentos que se desperdician provocan además otros problemas como emanaciones a la atmósfera y otras cuestiones asociadas que aumentan el cambio climático. Sin embargo, pese a que el impacto ambiental "es muy elevado, una sociedad civilizada, por responsabilidad, no se puede permitir" que, con gente que pasa necesidades haya alimentos perfectamente consumibles que acaben en vertederos.